El 17 de diciembre de 2014 podría pasar a la historia
como el principio del fin del ignominioso y criminal bloqueo de Estados Unidos
a Cuba, el día en que los presidentes de ambos países, Raúl Castro y Barack
Obama, anunciaron el deshielo en sus relaciones formales y diplomáticas y la
apertura de una nueva política bilateral. Obligándonos a ser optimistas, en el
marco de un mundo mas multipolar y asimétricamente globalizado, incluso
podríamos decir que este hecho es la puntilla a la prepotente visión imperial y
colonial norteamericana de la doctrina Monroe (“América para los
americanos”,1823) por la cual Estados Unidos se arrogaba el dominio y control
de América Latina. No cabe duda que este paso dado por Cuba y Estados Unidos,
incluso mirándolo a la luz de la teoría de juegos con la que podría
interpretarse la relación que ambos países han mantenido desde hace mas de 50
años, no supone un cambio en los objetivos sino mas bien un acto de puro
realismo político y económico.
En cualquier caso, la noticia debe ser también una
enorme alegría para los profesionales del desarrollo que hemos desplegado
nuestro saber y actuación en promover el desarrollo humano sostenible en Cuba. No
nos cabe ninguna duda que el bloqueo norteamericano a la isla ha afectado
grandemente al bienestar del pueblo cubano, erosionando el impacto de las
políticas y proyectos nacionales e internacionales. Las múltiples iniciativas
en las que me impliqué durante más de una década con fondos nacionales y de la cooperación
internacional (también de Canarias), en desarrollo rural y local,
cooperativismo, medio ambiente o turismo, se vieron inevitablemente afectadas,
directa o indirectamente, por ese bloqueo económico, comercial y tecnológico
que tan férreamente han aplicado sobre Cuba los sucesivos gobiernos
norteamericanos.
La búsqueda del bienestar integral de los pueblos, o
sea, de un desarrollo humano verdadero, se juega en el ámbito local pero
también en el marco global, como bien sabemos en Canarias con el buscado
reconocimiento de región ultraperiférica y la tricontinentalidad. Los
profesionales del desarrollo hace ya mucho tiempo que asumimos la importancia
de proyectar nuestras intervenciones tanto en el plano local como en la
economía global, mas en un mundo que se ha ido globalizando de una manera
desigual y asimétrica. De ahí que en el diseño y la implementación de programas
y proyectos, no solo haya que considerar la dimensión de la política doméstica
(las relaciones de poder en el territorio) sino el contexto de la política y
relaciones internacionales que pueden afectar al resultado final de las actuaciones
de desarrollo. Este escenario ha sido mas que evidente en el caso de Cuba, que
desde los años 90 hasta el inicio de la crisis económico-financiera ha recibido
el apoyo de la sociedad civil de España y de Canarias, de sus profesionales y
ONGD, de sus instituciones de gobierno, central pero sobre todo local
(cabildos, ayuntamientos y gobierno autonómico).
Desde la perspectiva de la cooperación internacional
y la proyección exterior creo que esta noticia esperanzadora, anunciada
simultáneamente por los presidentes de Cuba y Estados Unidos y extendida en
todos los medios internacionales de comunicación, ha puesto en tela de juicio a
España y su política internacional, que incomprensiblemente no ha jugado papel
alguno en la resolución del principal contencioso que ha tenido América Latina
en los últimos 55 años, y que suponía el freno más importante a todos los
procesos de unidad regional y supranacional que se han puesto en marcha en el
continente americano. Como profesional implicado en la cooperación
internacional, me ha dolido sobremanera esta ausencia del gobierno español,
teniendo en cuenta que desde mediados de los años 90 la cooperación y
solidaridad del pueblo español, expresada a través de las ONG y de los
gobiernos autonómicos y central (excepto durante el gobierno de Aznar y ahora
Rajoy), se convirtió en la mas significativa de toda la cooperación
internacional presente en Cuba.
La irregular y nada valiente política internacional
española sobre Cuba ha desvalorizado considerablemente el papel que España
debía tener como interlocutor privilegiado entre la Unión Europea y América
Latina. Si el bloqueo norteamericano ha demostrado, en palabras de Barack
Obama, su inutilidad y falta de efectividad, no menos podemos decir de la
política europea reflejada en la llamada Posición Común de la Unión Europea
sobre Cuba, promovida y apadrinada por el gobierno de Aznar en 1996, siguiendo
las posiciones más reaccionarias del exilio cubano y del gobierno
norteamericano. Esta directiva europea, junto a la torpe política de asedio
hacia Cuba practicada por los gobiernos de España, exceptuando la primera
legislatura de Zapatero, le ha detraído
muchos países amigos en América Latina, fragilizando si cabe el papel de
interlocutor con la Unión Europea que por naturaleza debía desempeñar.
Este
nuevo episodio lastimoso de la política internacional de España me hace preguntar
a qué se refiere el gobierno del Partido Popular cuando habla de la Marca
España. ¿Se referirán a la Corrida, la paella o la Semana Santa? Supongo que no
se referirán al saber-hacer que supuestamente puede aportar España a otros
países latinoamericanos o africanos en términos de facilitación de procesos de
transición democrática (¿democracia desvirtuada en la que mandan las misma
élites políticas y económicas presentes durante la dictadura?), de pacificación
(¿están cerradas las heridas de la guerra civil y dictadura?; ¿iniciativa
gubernamental en la pacificación en Euskadi?), de descentralización (¿la acción
del gobierno estatal y el marco institucional agrandan o contribuyen a resolver
el diferendo con Cataluña?), o para la acción de buen gobierno (¿no se ha
instalado acaso la corrupción política-económica como mal endémico y sistémico
en la democracia española?).
Los desvaríos y desatinos de la
acción exterior de España es un reflejo mas de la crisis del sistema política
español que parece estar necesitando de cambios profundos, yo diría que de un
proceso de radicalidad democrática, y por qué no, de mirar hacia América Latina
y aprender de sus procesos sociales, económicos y políticos, identificando
elementos que podrían contribuir a mejorar nuestra sociedad.
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