Hacia una gobernanza rural con participación
local y ciudadana. El caso del paisaje cultural y patrimonio mundial de Risco
Caido y Montañas Sagradas de Gran Canaria.
(Ponencia presentada al I Congreso Internacional de Sistemas Agrarios Tradicionales y al V Encuentro Estatal Intervegas - Tenerife, octubre de 2019).
La defensa del patrimonio y el medio rural es una
misión de todas las personas, entidades y agentes sociales e institucionales
implicadas por sus ámbitos y esferas de intervención y sus niveles de
responsabilidad y decisión. La visión holística del medio y sociedad rural
refleja las múltiples conexiones en el continuum rural-urbano y por lo tanto
las problemáticas y desafíos globales, desde la soberanía alimentaria, la
sostenibilidad, la pobreza, el cambio climático o las crisis demográficas
distintas. Una gobernanza certera y
eficaz es ineludible para abordar esos desafíos, tal como se desprende de la
Agenda 2030 de Naciones Unidas, donde los agentes y actores del medio rural estén
claramente representados y con amplios espacios de deliberación, influencia y
decisión.
En esta comunicación se esboza la necesidad de una
gobernanza rural con protagonismo social y ciudadano, en el marco de una nueva
ruralidad, que conduzca a una eficaz y eficiente colaboración entre las instituciones,
la sociedad civil y el sector privado del medio rural, que consiga mejores
estrategias, políticas y actuaciones para la defensa de la tierra, el
patrimonio y el paisaje rural, la sociedad y la economía agraria y rural. Para
ello, se describe el caso del paisaje cultural
y recientemente declarado
Patrimonio Mundial de Risco Caído y Montañas Sagradas de Gran Canaria.
Palabras claves:
Gobernanza, participación ciudadana, desarrollo
rural, patrimonio rural, paisaje cultural, empoderamiento ciudadano.
1. El medio rural en Canarias lleva décadas sometido a
un proceso de paulatina y profunda desagrarización, con una progresiva
multifuncionalidad y pluriactividad producto de la diversificación rural que
suponen, por un lado la profundización de la mercantilización de sus recursos
naturales y culturales y, de otro lado, por la intensificación de la
explotación, propia y del trabajador rural, que puede contribuir a la
reproducción de la exclusión social en la sociedad y economía rural. Asimismo,
no podemos obviar el hecho de que el medio y sociedad rural es un espacio
glocal, sometida a las dinámicas de la globalización pero insertas en dinámicas
locales particulares. El medio rural tiene un definitivo carácter subalterno
frente a la centralidad de los urbano,
siendo que las situaciones y condiciones a las que está sometido son
causadas mayormente por fuerzas externas y fuera del alcance de la gente local
2. Hay que tener en cuenta los retos que la
desagrarización y la diversificación rural plantean a la ciudadanía rural de
cara a la defensa de las decisiones que afectan a sus comunidades. En realidad,
a pesar de las vicisitudes atravesadas por el sector agrario, la comunidad
rural ha desarrollado una cierta resiliencia, o habilidad para mantenerse a
pesar de las dificultades de la aparentemente imparable globalización
(Entrena-Durán et al, 2014:3). Un reflejo de esa resiliencia de la comunidad
rural son las distintas formas de cooperación y colaboración entre sus actores,
y entre estos y las instituciones, para la defensa de la forma y sustento de
vida en el medio rural. Las políticas rurales y las instituciones locales son
claves para asegurar medios de defensa y resiliencia del medio y las sociedades
rurales, las cuales deben contar con los medios y el conocimiento para formar
parte del diseño de las alternativas, junto a expertos e instituciones
competentes. En esta comunicación defendemos que, para asegurar una defensa
exitosa de las condiciones que hacen posible la viabilidad y vigencia de la
ruralidad y el ecodesarrollo, hay que avanzar en la conformación de una
gobernanza rural con el protagonismo de la sociedad civil y el sector privado
del medio rural, más aún, ir necesariamente hacia una gobernanza participativa
y democrática.
3. El término gobernanza fue primeramente introducido
en los años 90 por el Banco Mundial, habiéndose dado cuenta de la extrema
relevancia de la esfera política y de los actores locales para el éxito de las
políticas de desarrollo (Kolosy, 2004:18-20). De un primer concepto relacionado
con la forma en que las instituciones y las estructuras organizan, preparan y
ejecutan las políticas públicas, se pasa a una visión de gobierno en red (Subirats,
2010), un entramado de relaciones complejas entre instituciones, comunidad y
sector privado para dar forma y tomar parte en las políticas públicas y la
acción colectiva. En definitiva, la gobernanza supone un conjunto de relaciones
verticales y horizontales en el marco de la colaboración y la participación,
entre las instituciones competentes y entre estas y las comunidades que
facilita a la gente y las organizaciones a compartir información y recursos,
permitiendo además mejorar el conocimiento de los desafíos y las soluciones.
(HISTCAPE, 2014).
4. Entendemos que hay que poner en marcha y experimentar
mecanismos de participación que eduquen por igual a decisores políticos,
funcionarios y ciudadanía, permitiendo a la ciudadanía, individual y colectiva,
asumir protagonismo real y efectivo en las decisiones públicas (Pérez-Artiles,
2019). Teniendo en cuenta el modelo de co-gobernanza o gobernanza en red
(Subirats et al, 2009:317), algunos defendemos como objetivo estratégico una
gobernanza de base ciudadana, en el sentido de poner énfasis en el componente
ciudadano de ese gobierno en red, de facilitar que los distintos sectores y
grupos sociales se conviertan en everydaymakers de las decisiones públicas que
finalmente toman los policymakers (Subirats, 2011:8). De hecho, la acción
autónoma e innovadora ciudadana está reflejando crecientemente un grado de
libertad e influencia mucho más amplio de lo que habitualmente se piensa
(Dente y Subirats, 2014:24). Así, en el nuevo escenario social o cambio de
época que habla Subirats, en las que Internet y las nuevas tecnologías de
información y comunicación están marcando el paso, los espacios de
autonomía social y las redes relacionales nuevas y crecientes dejan entrever
que las instituciones políticas y los poderes públicos ya no son el vértice de
las condiciones de ciudadanía (Subirats, 2012:278-279).
5. Por ello propugnamos que para la defensa del medio
rural y de su patrimonio natural y cultural sea clave la construcción de una
gobernanza rural que aglutine a la comunidad, el sector privado, el sector
público y otros actores relevantes como la universidad, las asociaciones profesionales
o los sindicatos, entre otros (Jones, 2000). De hecho, un aspecto que afecta al
empoderamiento y la gobernanza rural es la amalgama y diversidad de actores
sociales con multitud de intereses, por lo que de cara a fortalecer la
resiliencia de la comunidad rural, asegurando los mecanismos de control de las
decisiones que les afectan, se requiere de una aproximación holística e
integral que tenga en cuenta el escenario complejo de dimensiones
socioeconómicas, políticas, cultural y medioambiental interrelacionadas
(Entrena-Durán y Jiménez Díaz, 2014:4). Siendo el paisaje cultural como
patrimonio una oportunidad para el desarrollo y por lo tanto la pervivencia del
medio rural, tal como se demuestra en multitud de casos, también en el contexto
europeo (Eppich and Kulmer, 2014), su defensa a través de una gobernanza
participativa supone un relevante y paradigmático desafío. No estamos hablando
de algo nuevo, ni mucho menos, pues ya desde los noventa sociólogos rurales
como Goodwin (Jones et al, 2000: 171-175) vienen hablando de un nuevo modelo de
gobernanza que contribuya a la regeneración del medio rural, donde el concepto
de partenariado, con énfasis en la participación comunitaria junto al sector
público y privado, sea parte esencial en el nuevo y mas complejo modelo de gobierno
que sustituye al verticalismo fordista, donde las regulaciones son establecidas
exclusivamente por las autoridades.
6. Un caso que podría ilustrar un camino a seguir en el
medio rural en Canarias es el del paisaje cultural, recientemente declarado
Patrimonio Mundial por la UNESCO, de Risco Caído y Montañas Sagradas de Gran
Canaria (en adelante RCMSGC). En el marco del trabajo a realizar para la
preparación de la candidatura de RCMSGC a Patrimonio Mundial se asumió la
participación como un principio fundamental de la propuesta y gestión de este
paisaje cultural. De hecho, la asunción de que la defensa del paisaje cultural
en el medio rural requiere de políticas activas por parte de las autoridades
para acompañar a las comunidades locales en la protección del patrimonio, sitúa
en primer plano la promoción y fomento de todas las dimensiones de
participación e implicación y protagonismo activo de las comunidades del
territorio. Se considera la participación, y su metodología de acción de
abajo-arriba, como un mecanismo valioso para simultáneamente movilizar los
recursos disponibles y estimular la interacción entre stakeholders para abordar
los desafíos complejos que tiene el medio rural, y concretamente un espacio
como este paisaje cultural de la Cumbre de Gran Canaria. Más aún, se entiende
que la participación contribuye a fomentar la autoestima de los actores locales
y ayuda a eliminar la inercia tan habitual de delegar poder y ceñirse a
plantear críticas, además de lograr un mayor involucramiento en la solución de
los problemas y desarrollar un sentido de la propiedad de ideas que a su vez
crea condiciones favorables para implementar cambios, siendo estos vínculos y
puentes creados entre actores lo que construye un capital social necesario para
la defensa del medio rural (HISTCAPE 2014:95).
7. Entender la participación comunitaria como un
objetivo estratégico para la promoción y defensa de este paisaje cultural parte
de la consideración de sus dos dimensiones íntimamente imbricadas para mantener
vivo este paisaje cultural y medio rural de RCMSGC, situado en la zona de
cumbre o montaña de cuatro municipios de Gran Canaria. De un lado, la dimensión
de participación social o local, que engloba multitud de facetas que reflejan
cómo las comunidades locales son agentes activos y protagonistas verdaderos en
el mantenimiento de los atributos esenciales de esta sociedad, cultura y
economía rural, dando vigencia al hecho de ser estas islas auténticos
laboratorios culturales y naturales de la evolución. De forma general, hay
elementos tangibles e intangibles que dan constancia de la conservación de las
señas de identidad del paisaje agro-pastoril, una relación de apropiación y
transformación del espacio geográfico, con atributos referentes de la
pervivencia en el tiempo de la cultura aborigen junto a otros mas
contemporáneos que nos muestran una sorprendente capacidad de adaptación al
medio y sus recursos. Entre otros: el hábitat troglodita (antiguas y nuevas
cuevas que conservan funcionalidades de hábitat, agua, despensa o graneros, o
generación de ingresos turísticos); cultivos en terrazas o bancales de
producción de autoabastecimiento y mercado local, unido a sistemas de gestión y cultura del
agua, como una forma de organización tradicional e inteligente de organización,
que en suma son reflejo de una cultura y economía campesina viva, perfectamente
adaptada a las limitaciones en recursos naturales (tierra y agua); conservación
y uso de semillas ancestrales (por ejemplo, la cebada); mantenimiento de
elementos arquitectónicos asociados a esa cultura de base campesina (acequias,
molinos, estanques, albercones, corrales, alpendres, hornos, refugios, majadas,
bancales, cantoneras, fuentes, lavaderos o eras); pastoreo y trashumancia, como
prácticas agropastoriles que son un
atributo intangible preservado, conservando infraestructuras agrarias
(alpendres, abrigos, refugios, majadas, corrales y pocetas, e importante como
la conservación de razas autóctonas canarias y la cultura quesera); cultura
apícola en la zona de montaña; mantenimiento de la relación del celaje (bóveda celeste) con hitos que
ocurren en el espacio terrestre, y que forman parte de tradiciones; gestión
turística por parte de la comunidad local (alojamientos y servicios
turísticos); alfarería (producción de cerámica con técnicas aborígenes);
implicación del acervo local por parte de pobladores en los trabajos públicos y
privados de gestión forestal y mantenimiento de la red de carreteras y caminos
rurales. Es interesante también resaltar la implicación de personas y
colectivos del territorio en la investigación participativa, que supone al fin
y al cabo un elemento mas de la estrategia de valorización y conservación del
bien: habría que mencionar como mas relevantes en estos momentos, la
recuperación de la memoria oral, de la toponimia, y de las semillas nativas.
8. Imbricada intrínsecamente a la anterior, tenemos la
participación pública o ciudadana, o intervención directa en el proceso de toma
de decisiones públicas que afectan a la defensa de este paisaje cultural. El
nivel de participación pública o ciudadana real y efectiva de las comunidades
locales ha pasado por distintas etapas, coincidiendo con la evolución política
y de la cultura democrática. La presencia del
asociacionismo local en la defensa, conservación y desarrollo sostenible
del territorio es un reflejo de la preocupación pública y colectiva de las
comunidades, con asociaciones de promoción del desarrollo rural sostenible,
defensa de la agricultura familiar, gestión del agua, la artesanía quesera o el
folclore y tradiciones, hasta las asociaciones vecinales y comunitarias,
incluyendo a colectivos ecologistas y de defensa del patrimonio cultural y
natural.
9. Con una visión más desde el empoderamiento ciudadano
y la colaboración pública-privada-comunitaria, y teniendo en cuenta la nueva
política pública insular de Participación Ciudadana del Cabildo de Gran
Canaria, se lleva a cabo un proceso participativo en el territorio de RCMSGC.
El proceso de participación ciudadana realizado para contribuir a la
candidatura a Patrimonio Mundial de la UNESCO de este paisaje cultural tuvo
como objetivo último el involucramiento e implicación real y efectiva de la
comunidad en la candidatura. Este proceso se implementa en fases, las dos
primeras durante los años 2017 y 2018, con una estrategia y acciones que
persiguen que por parte de la ciudadanía que habita este paisaje cultural
exista una verdadera toma de conciencia del significado de la candidatura,
haciéndolos partícipes de la misma de una forma real y eficiente, dotándolos
además de herramientas que les permitan participar como un interlocutor válido
de la administración insular para que la ciudadanía de la Cumbre tenga un
protagonismo e implicación real y activa en las decisiones públicas importantes
que afectan al bienestar de las generaciones presentes y futuras, y por ende en
la protección, conservación y la gestión del bien.
10.
Este proceso
participativo, que se pergeña y ejecuta conjuntamente por las áreas de Participación
Ciudadana y Patrimonio Histórico del Cabildo, comienza en una primera fase en
2017 con un equipo multidisciplinar de tres profesionales, orientado
principalmente a informar, deliberar y en la participación activa de la
comunidad local en la elaboración del Plan Integrado de Gestión del Paisaje
Cultural como herramienta estratégica para proteger y poner en valor los
atributos y componentes del espacio de manera sostenible y participativa. De
forma concreta, se pretendía implicar a personas y colectivos locales en las
acciones de participación social (puesta en valor y conservación sostenible de
los recursos del territorio, mantenimiento de tradiciones y conocimientos
antiguos que conforman la identidad) y de definición y concreción de su
voluntad de tomar parte en la gestión coordinada del bien. Para el cumplimiento
de los objetivos se generaron espacios de encuentro orientados a fomentar el
diálogo y la deliberación acerca de las diferentes visiones y planteamientos en
torno a la acción pública en RCESM y el papel de la ciudadanía en la
protección, conservación y desarrollo económico que haga sostenible ese paisaje
cultural vivo. Como producto de esta primera andadura del proceso
participativo, mediante entrevistas individuales, foros de discusión, encuentros
ciudadanos y el cuestionario y formulario online, la asistencia técnica recabó
un total de 133 propuestas diferentes agrupadas en 14 planes y programas, todos
presentes en el Plan Integral, salvo Infraestructuras y Servicios. De las
propuestas ciudadanas y de la memoria de la primera parte del proceso,
presentadas en un acto de Devolución, se puso de manifiesto la necesidad de
continuar trabajando en el fortalecimiento de capacidades y empoderamiento de
los colectivos y personas más implicadas del territorio, de cara a su
implicación más efectiva y eficaz en la gobernanza del paisaje cultural que
constituía la candidatura de RCMSGC.
11.
En el curso de 2018, la
estrategia del proceso participativo se enfocó mas al empoderamiento de las
personas y colectivos activos como agentes de toma de decisiones públicas, a
través del impulso de nuevos espacios y relaciones ciudadanas con la administración
pública (municipal e insular) en los ámbitos temáticos de mayor interés y
preocupación para las comunidades locales (agua, producción agroalimentaria,
turismo). Como resultados de esta segunda fase del proceso participativo,
destacamos el haber desarrollado un proceso de capacitación ciudadana en torno
a los valores de la candidatura, cuyos principales protagonistas han sido el
grupo motor que se ha identificado como interlocutor en el territorio, así como
la facilitación de más de siete espacios ciudadanos para el seguimiento del
Plan Integral. Un hecho pionero en el territorio que sin duda contribuye al
objetivo inicial de abrir la interlocución entre la ciudadanía y la
administración, ha sido la activación de mesas de trabajo por temáticas (agua,
turismo y producción agropecuaria) conformada por colectivos, personas y
técnicos del gobierno insular. Este trabajo ha ido nucleando y dando forma a un
grupo motor o comisión ciudadana vinculada a este paisaje cultural, constituida
por asociaciones sectoriales y generales de defensa del territorio (La
Trasierra, Asociación Insular de Desarrollo Rural, Asociación de Defensa
Sanitaria del Ganado Caprino, Asociación Charamusco Carboneros de la Cumbre,
Asociación de Propietarios de Terrenos “Los Cercados”, Comunidad de Regantes El
Juncal, Comunidad de Regantes El Espinillo de Tejeda, Asociación de Apicultores
de Artenara, Coordinadora de Agricultores y Ganaderos), asociaciones de vecinos
(Baranquillo Andrés y Soria, La Higuerilla, Bentayga de la Solana, Bruma del Chorillo,
Juncalillo), y asociaciones empresariales (EDARTE-Empresarios de Artenara,
APROARTE-Asociación de Productores de Artenara).
12.
Como parte de la
ecuación de la gobernanza, hay que incluir
el papel desempeñado por los gobiernos municipales (Tejeda, Artenara, Gáldar
y Agaete) en la conservación de este paisaje cultural en la zona de cumbre de
Gran Canaria. En el sistema de administración descentralizada de Canarias, si
el papel del Cabildo como gobierno de la isla es crucial en la vertebración del
territorio insular, no menos estratégico es el del ayuntamiento que en relación al bien tiene
competencias en materia de preservación del patrimonio histórico y etnográfico,
y en la gestión de la conservación del paisaje y el desarrollo local. Su papel
es clave, junto a la comisión ciudadana y consejo asesor científico, en la
Comisión de Seguimiento y la estructura del ente público que se está
constituyendo, que debe contribuir a una gobernanza efectiva de este territorio
rural.
13.
El planteamiento
realizado y la experiencia que estamos teniendo en el caso de RCMSGC, con todos
sus déficits y necesidades de aprendizaje institucional y ciudadano, nos
muestra desde luego una ruta a seguir para avanzar en la conformación de una
gobernanza rural con el protagonismo de la sociedad civil y el sector privado
del medio rural.
14.
Al hilo del caso
esbozado, podemos señalar una serie de aspectos sobre los que tendríamos que
seguir reflexionando para avanzar hacia una
gobernanza participativa y democrática para la defensa del medio rural y
paisaje cultural:
1. Políticas activas de promoción de la participación y
el protagonismo de las comunidades. Como en muchos otros lados en Europa que
están sujetos a los mismos desafíos, la defensa del paisaje cultural y el medio
rural requiere de políticas activas por parte de las autoridades para acompañar
a las comunidades locales en la protección del patrimonio (HISTCAPE, 2014).
2. Apostar por un desarrollo endógeno de abajo-arriba,
con participación y empoderamiento ciudadano en el marco de la colaboración
público-privada-comunitaria, supone un ejercicio verdadero y generoso de
descentralización y traslación de poder y control por parte de las autoridades
hacia los grupos y la acción local, superando la desvirtuación de esta
estrategia que supuso la experiencia de los LEADER (Navarro et al. 2015).
3. Considerar como aspectos a trabajar las limitaciones
de la participación comunitaria: representación de todos los grupos y actores
colectivos que contrapesen el poder de las élites locales (Moyano, 2009),
financiación, conocimiento experto, tiempo que pueden dedicar a la gestión de
proyectos colectivos, gestión de las expectativas locales, la pulsión del
sector público a situarse como elemento dominante.
4. Para la promoción de la participación social y ciudadana
para la defensa del paisaje rural (y contribuir a una gobernanza rural
efectiva), se podría tener en cuenta los siguientes aspectos:
o Facilitar procesos participativos demostrativos para
la defensa del paisaje cultural y el medio rural.
o Apoyar el voluntariado para la defensa del medio
rural.
o Profesionalizar en lo posible la intervención en los
procesos participativos.
o Crear y experimentar nuevos mecanismos e
instrumentos para la promoción de la participación ciudadana, especialmente
aquellos que surgen de la inteligencia colectiva y la innovación ciudadana.
15.
En definitiva, somos
conscientes de que para superar los desafíos que tiene el medio y la economía
rural en Canarias, la defensa de los sistemas agrarios tradicionales y en
definitiva del medio rural de nuestras islas, hay que avanzar hacia un nuevo
consenso social que acometa las transformaciones necesarias e instituya su
papel renovado en el marco de un modelo de desarrollo viable y sostenible de
Gran Canaria. Ese nuevo consenso tendría que hacerse desde una visión de la
gobernanza rural, desde luego que participativa y democrática, en la que tomen
parte activa y protagonista tanto las instituciones competentes como la
ciudadanía suficientemente representada y el sector privado que constituyen todas ellas el
actual sujeto histórico del medio rural.
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