Casa África, ¿un proyecto fallido?
Ante los vaivenes que ha ido
teniendo Casa África desde su creación hasta este último episodio de
nombramiento del nuevo equipo de dirección, muchas personas vinculadas al
continente africano en Canarias y España (africanistas, académicos,
consultores, cooperantes) hemos terminado por definitivamente alarmarnos por la
deriva y el futuro de esta institución que tantas ilusiones ha generado en la
sociedad.
Habiendo estado durante casi
15 años vinculado a la intervención, relaciones y estudio del desarrollo de
África (también desde Casa África), además de haber entablado infinidad de
relaciones con personas y entidades en África y España, no he podido quedarme
impávido ante este recorrido de Casa África, que ha resultado en un impensable
debilitamiento y sobre todo desnaturalización de la institución.
En realidad, el objetivo de
este artículo no es precisamente hacer un análisis pormenorizado de la
actuación de Casa África, en la que además fui parte activa durante un periodo.
Lo que pretendo aquí es hacer algunas reflexiones sobre ese recorrido,
planteando los interrogantes que muchos nos estamos haciendo sobre el futuro de
esta institución de acción exterior.
La corta historia de siete
años de Casa África ha estado marcada por una cierta inestabilidad en el encaje
institucional, en su estructura interna, y en sus relaciones con la sociedad
civil, que a pesar de todo ha contado con un equipo de excelentes profesionales
que han intentado llevar adelante una programación no exenta de complejidades.
Este historial parece reflejar, en suma, algunos de los vicios y mal gobierno
en este sistema político que tanta credibilidad y legitimidad ha estado
perdiendo últimamente: agendas y caprichos personales, luchas partidarias, enfrentamiento
entre instituciones.
Los últimos cambios
producidos en Casa África dejan entrever, por un lado, la consolidación de la
agenda comercial y de promoción empresarial de la institución, puesto que se
nombra para la dirección general a un profesional especializado y dedicado a las
relaciones empresariales y la promoción de negocios. Parece obviarse aquí que la
internacionalización empresarial ya cuenta con instrumentos específicamente
creados para este cometido, empezando por Proexca del Gobierno de Canarias, el
ICEX del Gobierno de España, o también las propias Cámaras de Comercio (de
donde proviene el nuevo director general).
Por otro lado, sorprende el
perfil adoptado conscientemente por el Gobierno de Canarias, responsable del
nombramiento del puesto de secretario general, al nominar a una persona con
escaso conocimiento de África y poca experiencia contrastada para llevar a cabo
los cometidos de ese importante cargo de Casa África.
El recorrido de Casa África
no deja de ser otro episodio mas de la escasa proyección de la acción exterior
de Canarias que, después de 30 años de gobierno autónomo, sigue adoleciendo de
una visión y planificación estratégica que ponga en valor la vocación exterior
de Canarias, mas allá de Europa, en especial sus relaciones con África y
América Latina.
Casa África se plantea como
un instrumento de diplomacia pública para acercar África a España y Canarias,
creando puentes en todos los ámbitos y relaciones sociales, económicas,
políticas y culturales, poniendo en contacto a instituciones, sociedad civil,
universidades, ONG y empresas. En el curso de estos años de trabajo, un sinfín
de actores, tanto en España, Canarias y África, han participado en esa labor
que se atribuye la entidad: funcionarios, artistas, cooperantes, empresarios,
universitarios, africanos residentes, consultores, entre otros. Dar
preponderancia en esta misión a uno de los sectores de la sociedad, con una
agenda comercial y empresarial, como parecen reflejar los movimientos de los
últimos tiempos en Casa África, no deja de ser contraproducente para los
objetivos de la institución, al lanzar un mensaje sesgado a nuestros vecinos
africanos sobre la agenda exterior y de vecindad de Canarias.
Este estado de situación del
proyecto de Casa África nos lleva a muchos africanistas a tener que exponer
nuestra opinión y hacer una llamada de alerta, especialmente dirigida a todas
aquellas personas y entidades que, en Canarias, España y el continente africano
pensaron que en este Archipiélago se había instalado una “Casa” de todos los
que creen que es posible y necesario traer a África, así como nosotros
acercarnos e ella. Los acontecimientos vividos nos hace inevitablemente dudar
sobre la eficacia de Casa África, cuestionándonos si en verdad está al servicio
del bien común o en cambio quiere atender los intereses de determinados grupos
y personas.
No son pocos los que tenemos
esperanza de que, al menos desde Canarias, se asuma la importancia que tiene,
para nuestra inserción en el continente africano, una institución abierta que
promueva las relaciones no condicionadas con África. Queremos pensar que en
algún momento este proyecto se va a reconducir, contando nuevamente con una auténtica
Casa África que proyecte a las sociedades e instituciones africanas un marco
abierto de relaciones no condicionadas, ni sometidas a agendas personales,
partidarias o comerciales.
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