GOBERNANZA Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA. MATERIALES PARA LA FACILITACIÓN
Apuntes para la construcción de política pública de Participación Ciudadana
Dr. Jorge Pérez Artiles
Buen gobierno, gobierno abierto, gobernanza, transparencia, participación ciudadana; o bien, empoderamiento ciudadano, control público, cultura democrática, democracia participativa, democracia directa, democracia deliberativa; también, metodologías participativas, proceso participativo, proceso deliberativo; sin olvidar tampoco, inteligencia colectiva, creatividad social, innovación social, innovación ciudadana, bienes comunes, organizaciones colaborativas, co-decidir, co-diseñar o el tan extendido co-working.
Estos son algunos de los términos, palabros y expresiones que en los últimos años aparecen en discursos de políticos, medios de comunicación, líderes sociales y económicos, académicos o profesionales, generalmente relacionados con la construcción democrática. De ninguna manera son invenciones de la posmodernidad sino que en distintos momentos de los últimos siglos tanto pensadores como ideólogos, movimientos sociales y políticos los han venido utilizando para señalar un menor o mayor grado de implicación de las personas y colectivos sociales en las decisiones públicas. Ni que decir tiene que hoy estamos en estas latitudes en una coyuntura que abre un espacio, una ventana de oportunidades para poner en acción esos términos, darle un verdadero sentido radicalmente democrático al significante que representan.
Efectivamente, frente al hastío expresado en las movilizaciones del 15M en España por una gran parte de la ciudadanía española de una democracia que estaba dando señales suficientes de descrédito, agotamiento y desvirtuación, cualquier opción de cambio y transformación tenía necesariamente que apostar por la participación y el empoderamiento ciudadano, que diese paso a una regeneración o profundización de la democracia. Y en esa línea se enmarca la apuesta institucional de conformar una política púbica de Participación Ciudadana, entendiéndola como aquellas prácticas políticas y sociales a través de las cuales la ciudadanía pretende incidir sobre las decisiones públicas, siendo la voluntad de incidencia en la esfera pública el criterio más relevante para valorar las acciones participativas (Parés, 2009:17)
Este es precisamente uno de los desafíos asumidos por los gobiernos del cambio y pactos de progreso surgidos en estos años en España. De forma general, no se ha tratado solamente de implementar una acción institucional que se limitase a cambios en las estructuras de los gobiernos y la administración pública, en sus normas y organización, en definitiva a fortalecer la gobernanza y el gobierno abierto. El que la política institucional contribuya de manera real a fortalecer el empoderamiento ciudadano conlleva aparejado un esfuerzo considerable en sensibilización y educación en cultura democrática y participativa, de fomento de la horizontalidad en la colaboración ciudadanía-institución.
Este capítulo esboza unas notas dirigidas a agentes facilitadores y promotores de participación ciudadana, decisores políticos y funcionarios, profesionales, colectivos y asociaciones, basadas en la experiencia que hemos tenido en el diseño e implementación de la nueva política pública insular de Participación Ciudadana en Gran Canaria (Islas Canarias). En suma, estos apuntes sobre los factores que consideramos habría que tener en cuenta en la construcción de esta política pública, pretenden dar algunas pistas para la reflexión crítica y por supuesto la acción decidida de agentes facilitadores y hacedores de la implicación de la ciudadanía en la toma de decisiones públicas.
1. El punto de partida para diseñar la estrategia.
El abordaje de una política pública que aporte soluciones al problema o situación identificada, parte necesariamente del conocimiento de la realidad que la determina, que en la mayoría de los casos se trata de una realidad compleja y afectada por una matriz multicausal. Partimos por un lado del contexto político-institucional: éramos conscientes que la naturaleza de la cultura institucional de decisores y funcionarios en el poder local (insular o municipal), sobre todo si es ajena a las dimensiones reales de esta política, puede suponer resistencias políticas y administrativas. Por otro lado, debíamos conocer el contexto socio-político, sobre todo una aproximación al grado de cultura democrática y aspectos definitorios del nivel y calidad capital social, especialmente de los movimientos sociales, el asociacionismo y la cultura participativa y colaborativa.
Qué hicimos:
§ En el momento inicial, para diseñar el marco estratégico que nos guiase en la construcción de la política pública, llevamos a cabo un diagnóstico de los espacios reales y potenciales de participación ciudadana en los gobiernos locales (ayuntamientos y Cabildo) y en la sociedad civil organizada. El primer diagnóstico de esta naturaleza que se hace en la isla, revela la escasa magnitud de la participación ciudadana en ayuntamientos y Cabildo, que solo en muy contados casos se había intentado construir política pública. Aunque en buena parte de las administraciones municipales procuraron contar con mimbres institucionales relativos a la participación (reglamento, consejo municipal, sectorial o de barrios), no se podía concluir que se promoviese una implicación real de la ciudadanía en la toma de decisiones públicas, ni que la sociedad civil organizada la demandase. En el caso del Cabildo, no existía política alguna de Participación Ciudadana, aunque sí espacios potenciales y voluntad política para introducirla como eje del gobierno abierto.
§ A mitad de legislatura se lanza un nuevo diagnóstico del avance de la participación ciudadana en la política municipal y en la sociedad civil organizada. que sirviera para ajustar la estrategia seguida para la construcción de la política pública insular. Por un lado, a nivel municipal se aprecia un cierto avance en la comprensión de la dimensión de esta política pública, aunque es en menos de la mitad de los ayuntamientos donde hay una inversión clara en crear o mejorar instrumentos (reglamentos, órganos) y activar mecanismos (procesos participativos) de participación ciudadana. Por otro lado, la actuación del Cabildo para fomentar la implicación de las asociaciones y colectivos en la activación de participación ciudadana parece estar calando en el ámbito asociativo, con un grupo activo de entre treinta y cuarenta colectivos que están llevando a cabo procesos participativos y acciones (sensibilización, formación) que están contribuyendo a extender la necesaria implicación ciudadana en las decisiones públicas.
Aprendimos que:
ü Cuanto mayor es el conocimiento del contexto social y político-institucional mas acertada será la visión estratégica y las intervenciones de la política pública.
ü Llevar a cabo diagnósticos con metodologías participativas contribuye definitivamente a la conformación de visiones comunes por parte de los agentes de la participación ciudadana.
2. Tiempos de maduración distintos de la política y de la política pública.
Las políticas públicas como acción de gobierno son la concreción de la política, que es al fin y al cabo el mejor mecanismo para resolver de forma pacífica y consensuada los conflictos de intereses que surgen en la resolución de los problemas públicos y colectivos (Subirats, 2010:17). Los ritmos y tiempos de la política y las políticas no van siempre acompasados a las necesidades y las agendas en la implementación de medidas y soluciones para resolver los problemas identificados. En nuestro caso, hacer de la Participación Ciudadana una política pública consciente, planificada y con una clara intencionalidad transformadora que produzca cambios en la forma de hacer política institucional y en la administración pública, supone asumir un tiempo de maduración mayor que en otras políticas. En su elaboración e implementación importa mucho tanto la calidad, es decir cómo se hace esa política, como la cantidad, los logros tangibles que se persiguen. El nivel de la cultura política y los valores democráticos en la ciudadanía y los agentes de la participación (decisores políticos, funcionarios, asociaciones…) tiene una cierta influencia en el impacto de la política institucional.
Qué hicimos:
§ Diseñar un marco flexible de planificación (marco estratégico con visión, objetivos y ejes estructuradores) y herramientas de seguimiento y evaluación de la implementación. Esa flexibilidad permitió que la ejecución se adaptara además a una restricción estructural importante sufrida durante toda la legislatura: la inexistencia del personal técnico mínimo en la Unidad creada para llevar a cabo esta política pública.
Aprendimos que:
ü Aunque cualquier acción de gobierno está ideológicamente determinada, en el caso de la gobernanza y la participación ciudadana su influencia parece estar más presente, afectando al ritmo y tiempos de su implementación. En nuestro caso, este aspecto adquiere mayor importancia al no haber suficiente claridad y sí posiciones dispares entre los agentes sobre el significado de la participación ciudadana y el papel de las instituciones en su activación y promoción.
3. La Participación Ciudadana debe ser necesariamente un proyecto y objetivo de todo el gobierno.
Una vez definida con claridad la voluntad política del gobierno, hacer de la Participación Ciudadana una nueva transversalidad en la acción de gobierno resulta el desafío más importante, y sin lugar a dudas difícil, a llevar a cabo dentro de la institución. Esto significa que el principio de la transversalidad se incorpore en todas las políticas, por todos los sujetos intervinientes, a todos los niveles y en todas las etapas. Una vez asumida esta transversalidad como mainstreaming que condiciona las actuaciones del conjunto de la estructura organizativa (al mismo nivel que el género o la sostenibilidad), la institución tiene que hacer un notable esfuerzo para establecer las bases y herramientas para facilitar esta acción transversal y de trabajo colaborativo entre las áreas que componen la estructura burocrática-administrativa.
Qué hicimos:
§ Principalmente promover y trabajar conjuntamente con distintas áreas de gobierno (Medio Ambiente, Patrimonio Cultural, Igualdad, Obras Públicas) procesos participativos para la elaboración de normas, planes, programas y proyectos.
Aprendimos que:
ü En el ámbito de las organizaciones públicas, la Participación requiere de un sustantivo y continuado aprendizaje político y administrativo, que supone un cambio en la cultura organizativa donde el diálogo y el trabajo en red que incorpora actores múltiples en el proceso de decisiones y la ejecución de las acciones; una relación basada en la confianza y regulada a través de reglas acordadas por las partes (Brugué, 2008:13-14).
4. Las tecnologías digitales y la democracia participativa.
El uso de las tecnologías digitales e internet es valioso y no menos trascendental para avanzar en la democracia directa y participativa, facilitando la implicación individual y también colectiva en las decisiones públicas y en la estructuración del gobierno abierto. Sin embargo, las experimentaciones que se vienen haciendo en todo tipo de sociedades y contextos políticos parecen indicar que la relación entre el espacio digital y la deliberación democrática no es tan unilineal e inmediata como se pretende, presentando complejidades y externalidades que necesitan ser consideradas (Küppers Johansson, 2018:423-424).
Qué hicimos:
§ Creamos la plataforma de participación digital, https://participa.grancanaria.com, a partir del programa de código abierto CONSUL que comenzó el Ayuntamiento de Madrid y se desarrolla colectivamente, que posibilita aprender y aportar experiencia por parte de una comunidad en crecimiento de más de 130 gobiernos locales y regionales, y entidades públicas y privadas de, actualmente, 33 países. E invertimos en alfabetización digital para disminuir la brecha digital y fomentar la accesibilidad de todos los segmentos poblacionales (mayores, medio rural, jóvenes) al uso de los medios digitales y las redes sociales.
Aprendimos que:
ü Se requiere una amplia concienciación y sensibilización sobre la pertinencia y consecuencias del uso de las nuevas tecnologías. En definitiva, en un contexto de un cierto ciberoptimismo, a veces algo ingenuo, parece hacer falta una reflexión más desde la tecno-política y la comunicación que nos acerque al ideal de la gestión autónoma de la tecnología digital (Sampedro, 2018).
5. Utilización de metodologías participativas en la construcción de la política de Participación Ciudadana.
La participación ciudadana tiene mucho que ver con la promoción y experimentación de una cultura participativa y colaborativa, dentro y fuera de las instituciones, que contribuya a crear los mimbres para ese capital social y político que sea parte intrínseca en la transformación social y construcción democrática.
Qué hicimos:
§ Poner énfasis en la utilización de metodologías participativas en el diseño, creación e implementación de los instrumentos y herramientas de esta política pública. En la medida de las posibilidades que permitía la estructura (una unidad administrativa con escasos recursos técnicos y materiales), se utilizaron metodologías participativas para la elaboración y mejora de instrumentos y herramientas de la política institucional, como el Reglamento Orgánico de Participación Ciudadana, la plataforma de participación digital, las bases de la convocatoria de subvenciones en participación ciudadana, o la construcción de la red insular de entidades locales de participación ciudadana. Todas esas experiencias fueron verdaderos espacios de aprendizaje institucional y social.
Aprendimos que:
ü Cambiar la forma de hacer política hacia formas más participativas y deliberativas, así como conseguir transformar la cultura organizacional en la administración pública, requiere de un considerable aprendizaje dentro y fuera de las instituciones.
6. Contar con un marco jurídico propio que asegure el derecho de participación.
Si bien es cierto que en ausencia de normativa las instituciones pueden y de hecho experimentan mecanismos y formas de participación de la ciudadanía en las acciones de gobierno, una regulación específica es necesaria y primordial para asegurar el derecho de participación y consolidar la política pública de Participación Ciudadana.
Qué hicimos:
§ Elaboramos el primer Reglamento Orgánico Insular de Participación Ciudadana, a través de un proceso arduo y complejo, que además se llevó a cabo con mecanismos de participación ciudadana (encuentros ciudadanos en las comarcas de la isla, plataforma digital para recoger propuestas). Con este marco normativo se reguló el espectro más amplio posible de mecanismos de participación, a pesar de las lagunas en la legislación estatal y autonómica al respecto y las lecturas restrictivas que se han venido haciendo en los servicios jurídicos de las administraciones públicas.
Aprendimos que:
ü La legislación existente, que ha venido siendo un limitante para las políticas de cambio en materia de gobierno abierto y gobernanza, debe modificarse sin demora, para adaptarse a la creciente exigencia ciudadana de ser parte activa en las decisiones públicas, así como a las recomendaciones internacionales y comunitarias (Unión Europea, CM/Rec(2018)4 de 21 de marzo).
ü El Reglamento es una herramienta valiosa de sensibilización y educación para que la ciudadanía haga suyos los mecanismos de participación ciudadana en la toma de decisiones públicas. De ahí que además se elaborara una edición del Reglamento en Lectura Fácil, así como un juego didáctico, materiales ambos que se están utilizando para trabajar con todo tipo de público las formas y mecanismos de participación ciudadana.
7. Fortalecimiento institucional de los ayuntamientos en materia de Participación Ciudadana.
Siendo el Cabildo un órgano de gobierno, administración y representación de la isla, además de contar con competencias y atribuciones para asistir a los municipios (Ley 8/2015, de 1 de abril, de cabildos insulares), la colaboración conjunta con las administraciones territoriales, activando complementariedades y evitando solapamientos, se revela un factor estratégico para el éxito de esta política pública de Participación Ciudadana.
Qué hicimos:
§ Colocamos el fortalecimiento municipal como un objetivo estratégico clave en la construcción de la nueva política pública insular. El fortalecimiento institucional de los gobiernos municipales de Gran Canaria en materia de Participación Ciudadana se ha centrado, por un lado, en la asistencia técnica y capacitación a los equipos municipales (decisores y personal técnico y administrativo). Por otro lado, y como un instrumento revelador del necesario trabajo en red, se creó y dinamizó la Red Insular de Entidades Locales de Participación Ciudadana, para el diseño e implementación conjunta de los mecanismos de fomento de la participación ciudadana, que debería contribuir en última instancia a lograr la conformación de una visión y estrategia compartida de la Participación Ciudadana.
Aprendimos que:
ü El apoyo y fortalecimiento institucional de los gobiernos municipales, por su mayor cercanía a las preocupaciones corrientes de las personas, debería ser un objetivo estratégico para las instituciones supramunicipales de gobierno.
8. Dinamización de asociaciones y colectivos sociales para que sean verdaderos canalizadores de la participación ciudadana.
Los entidades asociativas, formales y no formales, son claros espacios de aprendizaje social para la colaboración y la cooperación, que son mimbres relevantes para canalizar la participación ciudadana. La realidad del asociacionismo vecinal por un lado, con claros síntomas de agotamiento y estancamiento y tradicionalmente cooptado políticamente, las asociaciones de toda índole comprometidas con servicios sociales específicos o en activismo social, o la aparición de colectivos no formalizados especialmente entre segmentos juveniles, son elementos a tener en muy cuenta para esta política pública.
Qué hicimos:
§ Diseñamos y gestionamos una convocatoria anual de subvenciones específica para participación ciudadana dirigida a asociaciones y fundaciones.
§ Involucramos constantemente a las asociaciones y colectivos sociales activos en el ámbito de la participación ciudadana en acciones de formación y de sensibilización, con el objetivo último de hacerlos partícipes en la construcción de esta política pública.
§ Lanzamos un Foro de Asociacionismo y Participación Ciudadana para contribuir a la conformación de visiones conjuntas. En última instancia, al igual que en el caso del trabajo en red con los gobiernos municipales, estamos creando las condiciones para la elaboración de un plan estratégico insular de Participación Ciudadana.
Aprendimos que:
ü La sociedad civil organizada tiene un papel relevante en las decisiones y en el control público, para lo cual las instituciones públicas, desde el máximo respeto de la autonomía social, deben hacer un esfuerzo considerable para su fortalecimiento y dinamización. La exigencia de mayores responsabilidades que la administración pública parece demandarle a los movimientos y colectivos sociales, debe ir unido a que de verdad tengan más poder y sean también co-responsables de decisiones y presupuestos, o sea, de verdaderos agentes de la participación ciudadana.
9. La colaboración institución-ciudadanía hay que fomentarla conscientemente, como componente esencial del Gobierno Abierto y la Gobernanza insular.
Entendemos que hay que poner en marcha y experimentar mecanismos de participación que eduquen por igual a decisores políticos, funcionarios y ciudadanía, permitiendo a la ciudadanía, individual y colectiva, asumir protagonismo real y efectivo en las decisiones públicas. Teniendo en cuenta el modelo de co-gobernanza o gobernanza en red (Subirats et al, 2009:317), algunos defendemos como objetivo una gobernanza de base ciudadana, en el sentido de poner énfasis en el componente ciudadano de ese gobierno en red, de facilitar que la ciudadanía se convierta en everydaymakers de las decisiones públicas que finalmente toman los policymakers (Subirats, 2011:8). De hecho, la acción autónoma e innovadora de la ciudadanía reflejan crecientemente un grado de libertad e influencia mucho más amplio de lo que habitualmente se piensa (Dente y Subirats, 2014:24). Así, en el nuevo escenario social o cambio de época que habla Subirats, en las que Internet y las nuevas tecnologías de información y comunicación están marcando el paso, los espacios de autonomía social y las redes relacionales nuevas y crecientes dejan entrever que las instituciones políticas y los poderes públicos ya no son el vértice de las condiciones de ciudadanía (Subirats, 2012:278-279).
Qué hicimos:
§ Llevamos a cabo procesos participativos para la identificación, diseño e implementación de normas, planes, proyectos o programas, que implicaron a ciudadanía, colectivos, expertos, decisores y funcionarios públicos.
§ Programamos y lanzamos la plataforma de participación digital, una herramienta facilitadora de la implicación individual en la construcción colectiva, y por lo tanto del Gobierno Abierto. Además de ser un canal privilegiado de escucha activa, pone en juego la inteligencia colectiva para conformar visiones y propuestas que puedan ser tenidas en cuenta en la acción de gobierno.
Aprendimos que:
ü Para la estrategia que asume el Cabildo de Gran Canaria en materia de Participación Ciudadana, la implicación de la ciudadanía en el proceso de toma de decisiones públicas va mas allá de la creación de mecanismos institucionales de participación ciudadana. El Gobierno Abierto, alcanzar una gobernanza insular de base ciudadana, requiere también de la promoción de espacios sociales y de creatividad e innovación ciudadana que contribuyan al fortalecimiento de la cultura democrática, el empoderamiento ciudadano y, en definitiva, la construcción de capital social y político.
10. La formación y capacitación de técnicos y profesionales como acción estructuradora.
Una nueva política pública requiere de profesionales dentro y fuera de las instituciones. En nuestro caso, nos encontramos con un generalizado desconocimiento en la administración pública para acometer de forma eficaz y eficiente esta política de participación ciudadana, y por lo tanto con unos mimbres precarios para integrar esta transversalidad en la acción de gobierno, y avanzar hacia un cambio en las formas y cultura organizativa. Se podría decir además que en Canarias el nivel de competencias profesionales y experiencias vinculadas a la participación ciudadana (jurídico, sociología política, innovación social, nuevas tecnologías, comunicación, metodologías participativas) era relativamente bajo, también en el ámbito académico, por lo que el esfuerzo a realizar tenía que ser importante.
Qué hicimos:
§ Ejecutamos una estrategia de formación y capacitación de triple hélice: ayuntamientos (para decisores y funcionarios), asociaciones y colectivos, y profesionales (píldoras + curso universitario).
Aprendimos que:
ü Contar con personal especializado, fuera y dentro de las instituciones públicas, es un factor clave para la implementación de las políticas de participación ciudadana. Para ello, es necesario invertir en una capacitación que aporte conocimientos y habilidades relevantes, a través de talleres, seminarios o cursos formales.
ü No menos importante es el aprendizaje que se adquiere a través de la propia experiencia profesional en la ejecución de actuaciones. Para ello, pusimos especial énfasis en contratar profesionales y empresas locales que nunca antes habían abordado los servicios propuestos, con los cuales trabajamos conjuntamente las propuestas, el seguimiento y la sistematización de las acciones.
11. La comunicación adquiere una relevante dimensión de sensibilización.
En el ámbito de la participación ciudadana, y de forma general, la comunicación es clave, tanto para relatar y difundir lo que se hace, sino para sensibilizar a todas las partes que intervienen en esta política, poniendo especial cuidado en los contenidos, formas y canales. Además, al tratarse de una nueva política pública, debe ponerse un esfuerzo redoblado, con una acción continuada y diseñada con una intencionalidad pedagógica que contribuya al proceso de construcción colectiva de la Participación Ciudadana.
Qué hicimos:
§ Generar materiales de comunicación y divulgación (memorias, resúmenes ejecutivos, manuales, folletos, publicaciones, audiovisuales) de la mayor parte de las actuaciones que llevamos a cabo (conferencias, talleres, laboratorios, encuentros ciudadanos, foros, procesos participativos, cursos….), utilizando como canales de distribución las redes sociales y los medios digitales. En este esfuerzo comunicador se incluyen las campañas de sensibilización y de publicidad, tanto las genéricas (sobre el concepto y posibilidades de la participación ciudadana) como específicas (plataforma de participación digital, reglamento de participación ciudadana, procesos participativos, convocatoria de subvenciones….).
Aprendimos que:
ü Teniendo claro que la participación ciudadana podría abarcar un espectro sumamente amplio de elementos que contribuyen a crear capital social y capital político de una sociedad, la construcción pedagógica de esta política pública tendría que poner especial énfasis en los aspectos de incidencia ciudadana directa en las decisiones públicas, aquellas en las que el conocimiento y la aportación ciudadana y colectiva son indispensables para conseguir una política eficiente y eficaz, de calidad (Parés y Resende, 2009:95-97).
12. El momento de la planificación estratégica para la política pública que se construye.
En algún momento del proceso, cuando están dadas las condiciones, la construcción de una nueva política pública debería contar con un marco y plan estratégico, en cuya elaboración, y también posterior evaluación, tendrían que participar todos los agentes institucionales, políticos y sociales implicados. En el caso de la política de Participación Ciudadana la planificación participada es definitivamente inexcusable.
Qué hicimos:
§ Habiendo partido de un marco estratégico que ha guiado estos primeros años de construcción de la política pública, así como del conocimiento de la evolución de los espacios institucionales y sociales de participación aportado por los diagnósticos realizados, el esfuerzo se ha centrado en crear las condiciones y los mimbres (visión conjunta, formación, relaciones colaborativas y de confianza) que permitan la elaboración participativa de un plan estratégico insular de Participación Ciudadana.
Aprendimos que:
ü Decidir el momento para comenzar la elaboración del plan estratégico de Participación Ciudadana es desde luego clave, para lo cual hay que considerar factores tales como la estrategia y voluntad política, el tiempo de maduración o la experiencia y cultura participativa de los agentes (decisores políticos y técnicos de las administraciones públicas implicadas, las organizaciones de la sociedad civil, profesionales….).
ü Hay que aprovechar el proceso de la planificación estratégica para fortalecer la capacidad, formación y calidad de las relaciones de la multiplicidad de actores intervinientes, todo ello para afianzar la policy networks(Subirats et al, 2009:367-370) o el trabajo en red y, en definitiva, la gobernanza, en este caso insular.
Mirando con perspectiva al timeline de la participación ciudadana en Gran Canaria, con sus antecedentes tímidos en el periodo de transición democrática y el período corto de esta legislatura de conformación de la nueva política pública insular, nos hacemos aún más conscientes del difícil y laborioso camino a recorrer en Canarias para avanzar hacia una democracia más directa y participativa. Aunque la participación ciudadana en Canarias no ha transitado enteramente por las etapas que esboza Quim Brugué para el caso español (Brugué, 2018), sí se podría decir que se ha pasado de unas prácticas algo testimoniales, voluntaristas y de cierta forma abocadas al clientelismo, a un momento de mayor demanda de protagonismo ciudadano, a partir del 15M, con actuaciones más o menos estructuradas que buscan activar mecanismos de participación en las administraciones locales, especialmente ayuntamientos. La participación ciudadana, como componente esencial de la gobernanza o nueva forma de afrontar el ejercicio de gobierno (Subirats, 2010:28). Se proyecta como ejercicio imprescindible, y no ya porque responda a la demanda ciudadana, sino porque con una adecuada y verdadera colaboración de la ciudadanía los gobiernos son capaces de gobernar con eficacia y eficiencia en un entorno de alta complejidad como el actual (Brugué, 2018:158). Es, en suma, un aspecto estratégico en la agenda internacional 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que asume a la gobernanza como un factor clave para conseguir alcanzar esos objetivos (Kaufmann, 2014).
Esta ventana de oportunidad que se ha abierto en los últimos años para la participación ciudadana, en una época compleja y de grandes cambios, supone un considerable reto para todos los agentes que intervienen en su desarrollo, y no menos para aquellos profesionales dispuestos a asumir el papel de facilitadores de la participación, tanto en espacios institucionales como en la sociedad civil. Su implicación, con vocación netamente transformadora, va a requerir unas grandes dosis de creatividad e innovación democrática, teniendo en cuenta que se trata de un proceso de co-creación y construcción en común, del espacio colectivo y de lo común (Subirats, 2011:66-97). La facilitación de la participación ciudadana, de una gobernanza de base ciudadana, es indudablemente una tarea ardua y compleja que requiere de capacitación y sobre todo de experimentación y aprendizaje.
Este es el desafío que fue precisamente asumido por el gobierno de Gran Canaria, al diseñar e implementar una nueva política de Participación Ciudadana ciudadanía que incluyese instrumentos y mecanismos de participación que asegurara el protagonismo ciudadana en el proceso de toma de decisiones públicas y que, junto a los instrumentos de transparencia, avanzara hacia el Gobierno Abierto de la isla. La experiencia acumulada, junto a los agentes institucionales, profesionales y de la sociedad civil, desvela una hoja de ruta difícil y de largo recorrido, también de la imperiosa necesidad de invertir en democracia, abriendo nuevos escenarios de radicalidad y profundización democrática.
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